Aclaremos en principio que no me refiero a la ignorancia del inocente, sino a la ignorancia estúpida del ególatra que se cree saber lo que no sabe y no quiere aprender porque cree tener razón sin conocimiento de causa sobre cualquier cuestión. Abunda y mucho este segundo caso en una sociedad que se considera moderna pero que no llega en conocimientos a la suela de la alpargata de cualquier sabio del siglo V antes de nuestra era. Sí, en este caso no hemos avanzado, todo lo contrario, hemos ido hacia atrás como los cangrejos. Mirando hacia delante pero marchando para atrás.
La ignorancia del inocente es la ausencia de cultura, la inexperiencia y el desconocimiento de quien sabe que no sabe pero que está dispuesto a aprender de quienes sí saben y lo demuestran con sus palabras y actos. Este analfabetismo tiene cura porque en estos señores sigue dominando el afán de prosperar, el deseo de mantenerse informados y no dar por zanjado cualquier cuestión porque intuyen y saben que la formación es continua en una era como la tecnológica. Están siempre aprendiendo. Escuchan a quienes aportan algo positivo a sus conocimientos. Esta ignorancia inocente es la de un médico que esta receptivo a las novedades científicas en su área, pero, entiende que de políticas sociales sabe bien poco o nada, o de docencia reconoce que no tiene idea, o de ingeniería de caminos desconoce. Entonces, muestra respeto por aquellos que sí saben y escucha para tener una idea básica o simplemente para tener más conocimientos por si mañana le hiciera falta.
La ignorancia es la ausencia de conocimientos. La inocencia es la ausencia de malicia, de malas intenciones o de picardía. La soberbia del hombre de hoy tan ensimismado y narcisista es lo contrario a estas definiciones, o sea, es mala intención, picardía, malicia y ausencia de conocimientos de toda clase, y para más inri, una buena dosis de irracionalidad, indiscreción y falta de sentido común. Este ¨estado¨ produce en la mente un bucle que desgasta hasta eliminar por completo el pensamiento crítico. Ese pensamiento que nos ha hecho avanzar a lo largo de la historia para dejar de lado la era Neanderthal y la caza de mamuts para alimentarnos. Ese pensamiento que cuestiona la realidad o engaño, ese pensamiento que crítica para progresar, que idealiza y deduce, que investiga y clasifica. Una manera de pensar que nos mejora, pero también que nos despierta a realidades vendidas o regaladas por intereses creados y dominantes.
Hoy, principios del siglo XXI, vivimos tiempos revueltos. La soberbia, anclada en el poder, mundialista, en manos de entidades corruptas que desprecian la vida y los derechos que responden a la verdad y libertad humana, se ha aprovechado de la ignorancia estupidizada que, por desgracia, impera en la mayoría ciudadana a causa de haberse dejado seducir por un sistema creado y planificado, a la medida de quienes tienen el poder con intenciones indignas. Un sistema que atomiza comodidades y juegos de niños a mayores. Un sistema que aturde, seduce y segrega pereza social. Un sistema que aleja, sino elimina, la posibilidad de crecer, de madurar, de ser mejor persona. Un sistema que se basa en la competencia en los demás, en el conflicto y las guerras. Un sistema que genera diferencias, desigualdades. Un sistema que repite mentiras de continuo para crear una verdad creíble para la ignorancia de las personas y que la defiendan con sus vidas. Un sistema que promueve la estupidez en forma de razón para que engendre discusiones y haya odios entre la gente. Un sistema que sorbe la vida ajena y regala placebos, que le convence al estúpido de que la felicidad esta fuera de él y le vende el juguete de moda. Un sistema irrespetuoso con lo esencial, con las libertades y valores del hombre, así los condiciona a su manera, con la mentira, así la crea y vende como su verdad, con la vida, así asesina con el aborto y la eugenesia, cometiendo legalmente genocidios que no son más que la ruindad criminal de psicópatas con poder.Un sistema que crea leyes para abordar el bien común a través de impuestos e imposiciones descabelladas en un mundo gobernado por la mafia. Sí, un sistema que ejerce su poder mediante el chantaje, la violencia y el crimen. Un sistema que genera pobreza mental y espiritual, que produce pobreza material y hambrunas, dolor y enfermedades. Un sistema que amenaza la salud del mundo, que huye de las soluciones sencillas, y solo se interesa por lo que le conviene para mantenerse en el poder. Un sistema que no escucha la verdad, que la rehúsa como si de peste se tratara. Un sistema político mundial infecto por poder cuya pretensión es el dominio de las personas para restringir sus libertades, sus conocimientos y sus derechos humanos.
De cómo la ignorancia del hombre adormilado, en este sucio juego, se juega la vida, su libertad y la de sus descendientes, sino logra despertar a la arpía mano de un sistema que lo tratará como un muñeco esclavo de sus intereses más absurdos y petulantes. La soberbia ha tomado forma en el desprecio hacia este muñeco que será protagonista de este nuevo ciclo dominado por señores sin escrúpulos. Un muñeco inhumanizado incapaz de reaccionar a este atropello intencionado por su pereza en cuestionar lo evidente.
Son tiempos difíciles. De conflictos insospechados. De guerras por venir, batallas que lidiar para defender el sentido común. La verdad no puede morir en manos de sátrapas que juegan sucio. Astutos señores del mal que solo ven dinero y no respeto, que compran ideologías de interés y dominio, que compran almas, que compran países, constituciones y cartas magnas. Tiempos difíciles si no abrimos los ojos del corazón y comenzamos a preguntar qué ocurre a nuestro alrededor. Tiempos que nos empujan a apagar los medios de información que trabajan para un sistema de mafias resituadas en las cimas de esta pirámide gubernamundial.
Pero, no me crean. No soy nadie. Simplemente averigüen por ustedes mismos. Lean, estudien, contrasten, profundicen, dejen de ser ignorantes y creerse todo lo que la diosa TV les cuenta. Ella trabaja con el sistema para embobar a los que la miran. La radio, la prensa son princesitas de esta reina del comedor del hogar. Ratifican su cometido. Busquen la verdad en personas especializadas que no tienen intereses en quien les encuentra. Comparen, debatan, háganse preguntas. Las versiones oficiales son las menos creíbles. Son engaños planificados en busca de efectos y consecuencias determinadas. Solo buscan resultados. Nos condicionan como perros Pavlovianos. Nos programan para que no seamos originales, únicos, distintos. Vestimos a la moda, a sus modas. Hablamos sus lenguajes denigrantes. Compramos lo que se nos dice, llevamos los vehículos que nos venden. La felicidad siempre está en este o aquel producto. El éxito es ser número uno, el fracaso el dos. Influyen tanto que nos crean personalidades que no contienen nuestros caracteres, destruyendo nuestra manera de ser. Pendientes, moño, coletas, tatoos, pantalones rasgados, falditas miniminis, y un montón de tonterías que nos venden los señores de la cultura sin sentido para no ser tú mismo. Se igual a los demás o harás el ridículo. Un sistema que desea y lo demuestra de manera continua, dominarte.
La solución: que la soberbia sea mermada por el conocimiento de la verdad. Que la ignorancia estupidizada por los señores de las sombras que manipulan al mundo sea reemplazada por esa ignorancia inocente con deseo de saciar la sed y el hambre con el conocimiento de dicha verdad. Siempre seremos ignorantes de algo y no hay que castigarnos por ello. Pero lo hemos de saber y aceptar para dejar de ser estúpidos en manos de terceros que tienen intereses absolutos e irrespetuosos con la dignidad y el honor humanos. La libertad no tiene precios, y esta depende de la verdad. Búscala. NO CREAS CUALQUIER COSA. Pregúntate. Averigua por ti mismo. Se valiente.
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